Derivas Urbanas

Derivas Urbanas
“Caminar no nos lleva en principio a ninguna parte luego nos permite llegar a cualquier lugar.”

8 dic 2014

Zimoun

Poesías sonoras...
Mecánicas sensibles...
Organismos artificiales...
Complejidad sencilla...

 
Zimoun : Compilation Video 3.3 from STUDIO ZIMOUN on Vimeo.

6 dic 2014

“Marc Yankus: The Space Between”


El tiempo redefinido o como la mirada de un artista eleva a otra categoría lo cotidiano, comprimiendo la historia el pasado, el presente y el futuro, en pequeñas cápsulas gráficas... 
Imágenes arenosas donde el aire tiene la misma consistencia que la mampostería del ladrillo y la piedra.





19 nov 2014

¿Cuál es tu combate?

A propósito del trabajo sobre el apartamento, realizado por el grupo 3 titulado: Espacio Liquen...
Al no tener wifi ayer no pude dar a ver un ejemplo de lo que os estaba intentando transmitir.
Ignasi Gozalo, publica este video en el que da forma audiovisual a unas cuantas frases, dentro de un contexto de crítica social. Una serie de imágenes fijas y en movimiento, una voz en off, unas grabaciones de lecturas y una banda sonora conforman un tejido visual sonoro que puede ser un ejemplo de micro-proyecto para un fin de mayor alcance.
A este tipo de documentos visual-sonoros me refería en mi crítica a vuestra propuesta.


OVNI 2009 from IgnasiGozaloSalellas on Vimeo.

4 nov 2014

Espacio reversible

Nelson de  Castro realiza un gran trabajo con y en el espacio.  Acordaos de la mosca de Descartes, sin movimiento, es decir sin tiempo no hay espacio. De Castro  plantea una estrategia de alargamiento de un lugar que podría servirnos de modelo para nuestro trabajo con el  apartamento. Hay un interior y un exterior, un lugar expuesto y un ambiente privado, hay personas que trabajan, otras figuran como invitados,  y los protagonistas deambulan en operaciones circulares, bucles continuos, consiguiendo transformar este pequeño lugar en un laberinto de duración infinita.
Para estudiar...

Broken Bells - After the Disco from Nelson de Castro on Vimeo.

2 nov 2014

Exposición "Metamorfosis. Visiones fantásticas de Starewitch, Švankmajer y los hermanos Quay"

Confirmamos la visita mañana lunes a la exposición "Metamorfosis" en la Casa Encendida 15:30 h. en la cafetería.

Švankmajer considera que los objetos “poseen más vida que las personas” y habla de “despertarlos” a través de la animación.


Desde sus inicios, el cine ha mostrado la animación de objetos como un acto de magia. Dada la habilidad para los trucajes, Starewitch dio continuidad al trabajo de Segundo de Chomón cuando le sustituyó en la productora Pathé.
Otro gran pionero de la animación fotograma a fotograma es el actor y realizador estadounidense Charley Bowers, admirado por los surrealistas –y, por supuesto, por Švankmajer– por su imaginación y yuxtaposición de ideas y objetos de naturalezas distintas.
Los Quay comparten la visión de Švankmajer y de otros surrealistas hacia los objetos. En Byt (El apartamento), protagonizada por el escritor Ivan Kraus, todos los objetos y enseres de la casa se rebelan contra un ocupante que acepta estoicamente su mala suerte. Un filme cargado de humor negro que funciona como alegoría política.
Lo siniestro que resulta de dotar de vida a los objetos gracias a la animación también queda patente en Renaissance del cineasta polaco Walerian Borowczyk, una obra de referencia tanto para Švankmajer como para los hermanos Quay. Estos últimos llegaron a la animación stop-motion conNocturna Artificialia, su primer filme de marionetas, considerado por los autores un mero ejercicio, pero donde ya se advierten algunas de las claves y obsesiones que recorren su obra.
  • El hotel eléctrico, de Segundo de Chomón. Francia, 1905. 9’. Vídeo.
  • Le Mariage de Babylas, de L. Starewitch. Francia, 1921. 15’. 35 mm.
  • Byt (El apartamento), de J. Švankmajer. Checoslovaquia, 1968. 12’. 35 mm.
  • Renaissance, de Walerian Borowczyk. Francia, 1963. 9’. 35 mm.
  • Stille Nacht I: Dramolet, de los hermanos Quay. Reino Unido,1988. 1’. 35 mm.
  • Nocturna Artificialia, de los hermanos Quay. Reino Unido, 1979. 20’. 16 mm.
  • Picknick mit Weissmann (Picnic con Weissmann), de J. Švankmajer. Checoslovaquia, 1969. 13’. Vídeo.
  • Do sklepa (En el sótano), de J. Švankmajer. Checoslovaquia, 1982. 14’. 35 mm.

5 oct 2014

Adrien M / Claire B


Los proyectos de Adrien M / Claire B son un buen ejemplo de la hibridación de medios y disciplinas, os aconsejo una visita a su página:
http://www.am-cb.net/projets/

3 oct 2014

Sabes éste...

Hay un chiste circulando por Facebook, que aunque trata de políticos, me ha hecho reflexionar por analogía, sobre las relaciones que se producen en las aulas, entre los docentes y los alumnos...
Lo dejo aquí...


Como decía Paul Eluard: Hay otros mundos pero están en éste

1 oct 2014

"Todo viaje es espacial"

Me viene a la memoria el cuento de J.L. Borges "Utopía de un hombre que está cansado" a propósito del primer trabajo sobre -La Página- del texto de G. Perec Especies de Espacios
Como todo recuerdo es impreciso, lo he tenido que buscar por la única frase que me acordaba, la que ha servido de titulo esta entrada: "Todo viaje es espacial" 
Cuando lo encontré (que haríamos sin google) lo volví a leer con fruición, he de reconocer que creí que me había equivocado de autor o quizás de texto hasta que por fin apareció el párrafo:
 "-Además, todo viaje es espacial. Ir de un planeta a otro es como ir a la granja de enfrente. Cuando usted entró en este cuarto estaba ejecutando un viaje espacial."

Utopías, ucronías, mundos que se deshacen, tiempos y espacios maleables, todo cabe en una hoja de papel...

Utopía de un hombre que está cansado
 Jorge Luis Borges

«Llamola utopía, voz griega cuyo significado es no hay tal lugar.»

-Quevedo-


No hay dos cerros iguales, pero en cualquier lugar de la tierra la llanura es una y la misma. Yo iba por un camino de la llanura. Me pregunté sin mucha curiosidad si estaba en Oklahoma o en Texas o en la región que los literatos llaman la pampa. Ni a derecha ni a izquierda vi un alambrado. Como otras veces repetí despacio estas líneas, de Emilio Oribe:
En medio de la pánica llanura interminable. Y cerca del Brasil, que va creciendo y agrandándose. El camino era desparejo. Empezó a caer la lluvia. A unos doscientos o trescientos metros vi la luz de una casa. Era baja y rectangular y cercada de árboles. Me abrió la puerta un hombre tan alto que casi me dio miedo. Estaba vestido de gris. Sentí que esperaba a alguien. No había cerradura en la puerta. Entramos en una larga habitación con las paredes de madera. Pendía del cielorraso una lámpara de luz amarillenta. La mesa, por alguna razón, me extrañó. En la mesa había una clepsidra, la primera que he visto, fuera de algún grabado en acero. El hombre me indicó una de las sillas.
Ensayé diversos idiomas y no nos entendimos. Cuando él habló lo hizo en latín. Junté mis ya lejanas memorias de bachiller y me preparé para el diálogo.
-Por la ropa -me dijo-, veo que llegas de otro siglo. La diversidad de las lenguas favorecía la diversidad de los pueblos y aún de las guerras; la tierra ha regresado al latín. Hay quienes temen que vuelva a degenerar en francés, en lemosín o en papiamento, pero el riesgo no es inmediato. Por lo demás, ni lo que ha sido ni lo que será me interesan.
No dije nada y agregó:
-Si no te desagrada ver comer a otro ¿quieres acompañarme?
Comprendí que advertía mi zozobra y dije que sí.
Atravesamos un corredor con puertas laterales, que daba a una pequeña cocina en la que todo era de metal. Volvimos con la cena en una bandeja: boles con copos de maíz, un racimo de uvas, una fruta desconocida cuyo sabor me recordó el del higo, y una gran jarra de agua. Creo que no había pan. Los rasgos de mi anfitrión eran agudos y tenía algo singular en los ojos. No olvidaré ese rostro severo y pálido que no volveré a ver. No gesticulaba al hablar.
Me trababa la obligación del latín, pero finalmente le dije:
-¿No te asombra mi súbita aparición?
-No -me replicó-, tales visitas nos ocurren de siglo en siglo. No duran mucho; a más tardar estarás mañana en tu casa.
La certidumbre de su voz me bastó. Juzgué prudente presentarme:
-Soy Eudoro Acevedo. Nací en 1897, en la ciudad de Buenos Aires. He cumplido ya setenta años. Soy profesor de letras inglesas y americanas y escritor de cuentos fantásticos.
-Recuerdo haber leído sin desagrado -me contestó- dos cuentos fantásticos. Los Viajes del Capitán Lemuel Gulliver, que muchos consideran verídicos, y la Suma Teológica. Pero no hablemos de hechos. Ya a nadie le importan los hechos. Son meros puntos de partida para la invención y el razonamiento. En las escuelas nos enseñan la duda y el arte del olvido. Ante todo el olvido de lo personal y local. Vivimos en el tiempo, que es sucesivo, pero tratamos de vivir sub specie aeternitatis. Del pasado nos quedan algunos nombres, que el lenguaje tiende a olvidar. Eludimos las precisiones inútiles. No hay cronología ni historia. No hay tampoco estadísticas. Me has dicho que te llamas Eudoro; yo no puedo decirte cómo me llamo, porque me dicen alguien.
-¿Y cómo se llamaba tu padre?
-No se llamaba.
En una de las paredes vi un anaquel. Abrí un volumen al azar; las letras eran claras e indescifrables y trazadas a mano. Sus líneas angulares me recordaron el alfabeto rúnico, que, sin embargo, sólo se empleó para la escritura epigráfica. Pensé que los hombres del porvenir no sólo eran más altos sino más diestros. Instintivamente miré los largos y finos dedos del hombre.
Éste me dijo:
-Ahora vas a ver algo que nunca has visto.
Me tendió con cuidado un ejemplar de la Utopía de More, impreso en Basilea en el año 1518 y en el que faltaban hojas y láminas.
No sin fatuidad repliqué:
-Es un libro impreso. En casa habrá más de dos mil, aunque no tan antiguos ni tan preciosos.
Leí en voz alta el título.
El otro rió.
-Nadie puede leer dos mil libros. En los cuatro siglos que vivo no habré pasado de una media docena. Además no importa leer sino releer. La imprenta, ahora abolida, ha sido uno de los peores males del hombre, ya que tendió a multiplicar hasta el vértigo textos innecesarios.
-En mi curioso ayer -contesté-, prevalecía la superstición de que entre cada tarde y cada mañana ocurren hechos que es una vergüenza ignorar. El planeta estaba poblado de espectros colectivos, el Canadá, el Brasil, el Congo Suizo y el Mercado Común. Casi nadie sabía la historia previa de esos entes platónicos, pero sí los más ínfimos pormenores del último congreso de pedagogos, la inminente ruptura de relaciones y los mensajes que los presidentes mandaban, elaborados por el secretario del secretario con la prudente imprecisión que era propia del género.
Todo esto se leía para el olvido, porque a las pocas horas lo borrarían otras trivialidades. De todas las funciones, la del político era sin duda la más pública. Un embajador o un ministro era una suerte de lisiado que era preciso trasladar en largos y ruidosos vehículos, cercado de ciclistas y granaderos y aguardado por ansiosos fotógrafos. Parece que les hubieran cortado los pies, solía decir mi madre. Las imágenes y la letra impresa eran más reales que las cosas. Sólo lo publicado era verdadero. Esse est percipi (ser es ser retratado) era el principio, el medio y el fin de nuestro singular concepto del mundo. En el ayer que me tocó, la gente era ingenua; creía que una mercadería era buena porque así lo afirmaba y lo repetía su propio fabricante. También eran frecuentes los robos, aunque nadie ignoraba que la posesión de dinero no da mayor felicidad ni mayor quietud.
-¿Dinero? -repitió-. Ya no hay quien adolezca de pobreza, que habrá sido insufrible, ni de riqueza, que habrá sido la forma más incómoda de la vulgaridad. Cada cual ejerce un oficio.
-Como los rabinos -le dije.
Pareció no entender y prosiguió.
-Tampoco hay ciudades. A juzgar por las ruinas de Bahía Blanca, que tuve la curiosidad de explorar, no se ha perdido mucho. Ya que no hay posesiones, no hay herencias. Cuando el hombre madura a los cien años, está listo a enfrentarse consigo mismo y con su soledad. Ya ha engendrado un hijo.
-¿Un hijo? -pregunté.
-Sí. Uno solo. No conviene fomentar el género humano. Hay quienes piensan que es un órgano de la divinidad para tener conciencia del universo, pero nadie sabe con certidumbre si hay tal divinidad. Creo que ahora se discuten las ventajas y desventajas de un suicidio gradual o simultáneo de todos los hombres del mundo. Pero volvamos a lo nuestro.
Asentí.
-Cumplidos los cien años, el individuo puede prescindir del amor y de la amistad. Los males y la muerte involuntaria no lo amenazan. Ejerce alguna de las artes, la filosofía, las matemáticas o juega a un ajedrez solitario. Cuando quiere se mata. Dueño el hombre de su vida, lo es también de su muerte.
-¿Se trata de una cita? -le pregunté.
-Seguramente. Ya no nos quedan más que citas. La lengua es un sistema de citas.
-¿Y la gran aventura de mi tiempo, los viajes espaciales? -le dije.
-Hace ya siglos que hemos renunciado a esas traslaciones, que fueron ciertamente admirables. Nunca pudimos evadirnos de un aquí y de un ahora.
Con una sonrisa agregó:
-Además, todo viaje es espacial. Ir de un planeta a otro es como ir a la granja de enfrente. Cuando usted entró en este cuarto estaba ejecutando un viaje espacial.
-Así es -repliqué. También se hablaba de sustancias químicas y de animales zoológicos.
El hombre ahora me daba la espalda y miraba por los cristales. Afuera, la llanura estaba blanca de silenciosa nieve y de luna.
Me atreví a preguntar:
-¿Todavía hay museos y bibliotecas?
-No. Queremos olvidar el ayer, salvo para la composición de elegías. No hay conmemoraciones ni centenarios ni efigies de hombres muertos. Cada cual debe producir por su cuenta las ciencias y las artes que necesita.
-En tal caso, cada cual debe ser su propio Bernard Shaw, su propio Jesucristo y su propio Arquímedes.
Asintió sin una palabra. Inquirí:
-¿Qué sucedió con los gobiernos?
-Según la tradición fueron cayendo gradualmente en desuso. Llamaban a elecciones, declaraban guerras, imponían tarifas, confiscaban fortunas, ordenaban arrestos y pretendían imponer la censura y nadie en el planeta los acataba. La prensa dejó de publicar sus colaboraciones y sus efigies. Los políticos tuvieron que buscar oficios honestos; algunos fueron buenos cómicos o buenos curanderos. La realidad sin duda habrá sido más compleja que este resumen.
Cambió de tono y dijo:
-He construido esta casa, que es igual a todas las otras. He labrado estos muebles y estos enseres. He trabajado el campo, que otros cuya cara no he visto, trabajarán mejor que yo. Puedo mostrarte algunas cosas.
Lo seguí a una pieza contigua. Encendió una lámpara, que también pendía del cielorraso. En un rincón vi un arpa de pocas cuerdas. En las paredes había telas rectangulares en las que predominaban los tonos del color amarillo. No parecían proceder de la misma mano.
-Ésta es mi obra -declaró.
Examiné las telas y me detuve ante la más pequeña, que figuraba o sugería una puesta de sol y que encerraba algo infinito.
-Si te gusta puedes llevártela, como recuerdo de un amigo futuro -dijo con palabra tranquila. Le agradecí, pero otras telas me inquietaron. No diré que estaban en blanco, pero sí casi en blanco.
-Están pintadas con colores que tus antiguos ojos no pueden ver.
Las delicadas manos tañeron las cuerdas del arpa y apenas percibí uno que otro sonido. Fue entonces cuando se oyeron los golpes.
Una alta mujer y tres o cuatro hombres entraron en la casa. Diríase que eran hermanos o que los había igualado el tiempo. Mi anfitrión habló primero con la mujer.
-Sabía que esta noche no faltarías. ¿Lo has visto a Nils?
-De tarde en tarde. Sigue siempre entregado a la pintura.
-Esperemos que con mejor fortuna que su padre.
Manuscritos, cuadros, muebles, enseres; no dejamos nada en la casa.
La mujer trabajó a la par de los hombres. Me avergoncé de mi flaqueza que casi no me permitía ayudarlos. Nadie cerró la puerta y salimos, cargados con las cosas. Noté que el techo era a dos aguas.
A los quince minutos de caminar, doblamos por la izquierda. En el fondo divisé una suerte de torre, coronada por una cúpula.
-Es el crematorio -dijo alguien-. Adentro está la cámara letal. Dicen que la inventó un filántropo cuyo nombre, creo, era Adolfo Hitler.
El cuidador, cuya estatura no me asombró, nos abrió la verja.
Mi huésped susurró unas palabras. Antes de entrar en el recinto se despidió con un ademán.
-La nieve seguirá -anunció la mujer.



En mi escritorio de la calle México guardo la tela que alguien pintará, dentro de miles de años, con materiales hoy dispersos en el planeta.

30 sept 2014

Algunos proyectos del curso 2013/14

Curso 2013/14
Breve muestra de algunos proyectos realizados en el curso:
Grupo 6

Enlace: Wearing the city

Grupo 2


Enlace: Proyecto la Ciudad

Microproyectos


Enlace: Publicación Microproyectos

23 may 2014

Exactitud



Descubrí a Miyoko Shida cuando un buen amigo me mandó un mail con un link a un portal americano que exhibe videos curiosos. 

Escribía: 
Te va a interesar...

Lo curioso es que a través del portal americano, me entero que Miyoko Shida realizó la performance en el  programa de TV española "Tú Sí Que Vales". Es un programa que no veo, pero que como en este caso, a veces salta la sorpresa y se produce un verdadero descubrimiento que va más allá del espectáculo banal.

Miyoko Shida es discípula de Mädir Eugster (Artista, Inventor, Director de Rigolo suizo Nouveau Cirque) desde 1996 a  2011. Para su circo creó y realizó muchas performances  relacionadas siempre con el equilibrio a las que denominó Sanddornbalance.

Cuando esta bailarina y coreógrafa de danza japonesa, que vive en Paris, trabaja en Sanddornbalance, se hace llamar Miyoko Shida Rigolo, en homenaje a su maestro.

Su trabajo me lleva a un texto que recomendé en clase: 

Seis propuestas para el próximo milenio.
Libro sencillo, claro, abundante en citas y, sobre todo, abierto en las propuestas: no solo lo que escribe Calvino es importante, tanto o más, las preguntas que suscita. 
Muy Recomendable.


Italo Calvino murió en 1985, en Italia. Tiempo antes de su muerte, la Universidad de Harvard (tal como había hecho con Borges, T.S. Eliot y Octavio Paz, entre otros) le había encargado una serie de conferencias para las Norton Lectures, que habría dictar en territorio estadounidense. Calvino comenzó así la redacción de lo que llevaba el título de Six memos for the next millenium, un conjunto de seis conferencias que incluían los seis “valores que se han de salvar” en la literatura del siglo XXI. Los valores escogidos por Calvino salen de su doble naturaleza de apasionado lector y de escritor experimental, mostrando con estas seis propuestas que solo del conocimiento de lo clásico y de las formas “correctas” nace lo experimental y lo “incorrecto”. Vuelvo a MiyoKo Shida, para relacionar su trabajo con dos de los "valores que se han de salvar " por Calvino: la Exactitud y la Visibilidad.

Calvino, comienza su tercera conferencia titulada Exactitud, con la siguientes palabras:
"Para los antiguos egipcios el símbolo de la precisión era una pluma que servía de pesa en el platillo de la balanza donde se pesaban las almas. Aquella pluma ligera se llamaba Maat, diosa de la balanza. El jeroglífico de Maat indicaba también la unidad de longitud, los 33 centímetros del ladrillo unitario, y también el tono fundamental de la flauta."
Enemigo de la vaguedad, se preocupa porque le parece que “el lenguaje se usa siempre de manera aproximativa, casual, negligente.” Debido al influjo de los medios de comunicación masiva (mass-media), hay una dilución de los significados y homogenización de las posibilidades expresivas,  la cual debe ser contrarrestada por la literatura. Lo podríamos extender a cualquier manifestación artística.
Según Calvino, no se puede ser vago en las descripciones, paradójicamente, hasta las descripciones de la vaguedad pueden ser claras y precisas. "El poeta de lo vago puede ser solo el poeta de la precisión, que sabe captar la sensación más sutil con ojos, oídos, manos, rápidos y seguros." Poniendo como ejemplo la obra de Leopardi, Mallarmé, Baudelaire, Poe, Valery, Musil y el estudio de su propia obra, Calvino confiesa una “predilección por las formas geométricas, por las simetrías, por las series, por la combinatoria, por las proporciones numéricas…”; y agrega: “no hay límite a la minuciosidad con que se puede contar la historia más sencilla.” Trae a colación una de las metáforas más fecundas para los que nos interesamos en los modelos que subyacen a los mecanismos de la creación: El modelo del Cristal y el de la Llama:
"Entre los libros científicos en los que husmeo en busca de estímulos para la imaginación, he leído recientemente que los modelos del proceso de formación de los seres vivientes son «por un lado el cristal (imagen de invariabilidad y de regularidad de estructuras específicas), y por otro la llama (imagen de constancia de una forma global exterior, a pesar de la incesante agitación interna)».
(…)
Lo que me interesa ahora es la yuxtaposición de estas dos figuras,(…) 
Cristal y llama, dos formas de belleza perfecta de las cuales no puede apartarse la mirada, dos modos de crecimiento en el tiempo, de gasto de la materia circundante, dos símbolos morales, dos absolutos, dos categorías para clasificar hechos, ideas, estilos, sentimientos. Me referí hace un momento a un partido del cristal en la literatura de nuestro siglo; creo que se podría establecer una lista similar para el partido de la llama. Siempre me he considerado partidario del cristal, pero la página que acabo de citar me enseña a no olvidar el valor que tiene la llama como modo de ser, como forma de existencia. Quisiera igualmente que quienes se consideran partidarios de la llama no pierdan de vista la calma y ardua lección de los cristales." 

En su cuarta lectura Visibilidad, Calvino señala dos tipos de procesos imaginativos: el que parte de la palabra y llega a la imagen (esa especie de “cine mental” que filmamos al leer), y el proceso que nos lleva de la imagen a la elaboración con palabras.
Calvino afirma que, al idear un relato, “lo primero que acude a mi mente es una imagen (…) cargada de significado, aunque no sepa formular ese significado en términos discursivos…”. Siendo así las cosas, Calvino rescata la visibilidad como valor debido a que cada vez es más rara “la capacidad de enfocar imágenes visuales con los ojos cerrados”, mucho de ello provocado por el bombardeo desmedido de imágenes televisivas.


Pues bien el Sanddornbalance, de Miyoko Shida Rigolo, constituye un magnífico ejemplo no literario de los valores que defiende Calvino. Por un lado la visibilidad omnipresente en internet permite acercarse a una obra donde todo parece físicamente imposible, por otro, la exactitud supone una disciplina y un trabajo duro hasta lograr la "perfección". El Sanddornbalance es el arte de hacer visible por medio de la exactitud fuerzas invisibles como la gravedad transformada en pegamento poderoso, sólo con el equilibrio conseguido entre unas ramas de palma y una pluma.
Trece ramas de palma se superponen sin ningún tipo de ayuda, la gravedad y el equilibrio encontrado son las únicas condiciones aceptadas. 
Como el arte Zen nos enseña a equilibrar las piedras más grandes con las piedras más pequeñas, la búsqueda del equilibrio requiere extrema paciencia y humildad, el olvido del paso tiempo, ser consciente de la naturaleza completa del lugar donde se trabaja, el silencio y la concentración. El equilibrio alcanzado parece inferir al cuerpo y  a la mente un estado de gracia perfecta.
Sin embargo,  al final, cuando se ha completado el trabajo se pone en evidencia lo precario que es el equilibrio creado. La retirada de la pluma será suficiente para romper irremediablemente el sistema de complejos equilibrios alcanzados. 
Adrian Gray, Michael Grab, Walter Sieber, Tom ShannonKent AveryBill Dan, son algunos artistas que trabajan también con el pegamento de la gravedad.

http://www.youtube.com/watch?v=K6rX1AEi57c&list=LLVTnozowqGRthafIm8iByeA&feature=share

24 abr 2014

Para los que todavía un dibujo os hace temblar...

Recomiendo la entrada que he dejado en el blog "El Lápiz..." sobre las ilustraciones de Alejandra Acosta. No puedo evitar la comparación de estos "humildes" trabajos con muchas de las "ocurrencias" del fenómeno del ARTE con mayúsculas. Entresaco una cita del libro de Jean Rolin, " El rapto de Britney Spears"

“… la inauguración de una bola blanca que un artista de origen italiano había colocado en el tejado de dicho establecimiento y que se encendía, haciendo alarde de humildad, cuando él estaba en la ciudad mientras que cuando el artista estaba lejos permanecía apagada. Que una gilipollez de ese calibre pudiera considerarse una obra de arte a Wendy la hacía reír a carcajadas, y a mí también.”

“Hace ya mucho tiempo, como unos dos mil años…”,




1 abr 2014

Textos e ilustraciones


Es un libro comic ilustrado por Judy Groves con técnicas de diagramación muy simples e ilustraciones de origen fotográfico sobre-expuestas alternando con dibujos a Tinta Negra.