Albert Camus comienza “El extranjero” con estas palabras:
"Hoy ha muerto mamá. O quizá ayer. No lo sé. El telegrama del
asilo decía 'Falleció su madre. Entierro mañana. Sentidas condolencias'. Pero
no quiere decir nada. Podría haber sido ayer".
He recibido la noticia de la muerte de John Berger de la misma
forma, solo cambia el medio, en vez de telegrama, ha sido un mensaje de
WhatsApp.
En su Cuaderno de Bento, Berger cuenta con sumo detalle el
proceso de dibujar de unos lirios, nos habla de donde están:
"pegados al muro sur de cierta casa"
De su tamaño:
"Tienen un metro de alto más o menos, pero como están
empezando a florecer, se curvan por el peso de las flores. Cuatro por cada
tallo."
Hasta del tiempo que hace en ese preciso momento:
"Hace sol. Estamos en mayo. Toda la nieve a una altitud
inferior a 1.500 metros se ha fundido."
Describe sus colores aunque nunca se reflejarán en el dibujo:
" Sus colores son un oscuro carmesí con tintes marrones,
amarillos, blancos y cobre: los colores de los instrumentos de una banda
de música tocados con cierta desgana. Los tallos, los cálices y los
sépalos son de un verde desvaído, como de óxido de cromo."
Comienza a describir los instrumentos con los que dibuja:
"Dibujo con tinta negra (Sheaffer), aguada y saliva,
utilizando un dedo por pincel."
y el soporte:
"tengo unas cuantas hojas de papel de arroz chino, que es
ligeramente coloreado. Lo escogí precisamente por sus tonos cereal. Puede que
luego rasgue alguna para sacar formas que utilizaré a modo de collage. Tengo un
tubo de cola, por si me hiciera falta. También tengo a mi lado en la hierba una
cera de color amarillo fuerte que cogí de una caja de la marca Giotto, unas
ceras para niños."
Berger escribe lentamente, recreándose en el proceso, tal y como
dibuja:
"Cuando uno se pone a dibujar, pierde el sentido del tiempo,
de tanto que se concentra en las escalas del espacio."
y reflexiona sobre el acto de observar para dibujar:
"En un momento dado, si no decides abandonar el dibujo que
estás haciendo y empezar uno nuevo, la mirada contenida en lo que estás
midiendo e invocando en el papel cambia."
Para después, detenerse en lo dibujado:
"Al principio, interrogas al modelo (los siete lirios) a fin
de descubrir líneas, formas y tonos que puedas trazar en el papel. El dibujo
acumula las respuestas. Asimismo, conforme vas interrogando a las primeras
respuestas, el dibujo va acumulando, claro está, correcciones. Dibujar es
corregir. "
Berger se recrea en el proceso del dibujo paso a paso,
describiendo primero las dudas sobre si esos trazos que van apareciendo sobre
el papel son lirios:
"Si tienes suerte, llegará un momento en el que la
acumulación se convierta en una imagen, es decir, que dejará de ser un montón
de signos y se transformará en una presencia. Una presencia un tanto tosca,
pero una presencia. Es entonces cuando cambia tu mirada. Y empiezas a inquirir
de esa presencia tanto como del modelo."
Después toma conciencia del dibujo como lenguaje en el que
interviene el contexto del objeto, el papel y todas las decisiones sobre los
rastros de líneas que se van acumulando:
"¿Cómo te pide que la modifiques para ser menos tosca? Miras
atentamente el dibujo y vuelves una y otra vez a recorrer con la mirada los
siete lirios buscando no ya su estructura, sino lo que irradian, su energía.
¿Cómo interaccionan con el aire que los envuelve, con el sol, con el calor que
se desprende del muro de la casa? Dibujar ahora significa restar tanto como
sumar. Implica tanto el papel como las formas dibujadas en él. Utilizo el cúter,
el lápiz, la cera amarilla, saliva. No puedo apresurarme."
De nuevo constata la necesidad de parar el tiempo, de dilatarlo,
de deleitarse en la tarea:
"Me tomo mi tiempo, como si dispusiera de todo el del mundo.
Tengo todo el tiempo del mundo. Y en esta creencia, sigo haciendo correcciones
mínimas, una tras otra, tras otra, a fin de hacer la presencia de los siete
lirios un poco más cómoda y, por lo tanto, más palpable. Todo el tiempo del
mundo."
Para revelar al fin que el motivo último de este dibujo es honrar
y recordar, ofreciendo una parte de su tiempo a una buena amiga:
"En realidad, tengo que entregar el dibujo esta noche. Lo he
hecho para Marie-Claude, que murió hace dos días, a los cincuenta y ocho años,
de un infarto.
Esta noche colocarán el dibujo en algún lugar de la iglesia, cerca
del ataúd, que se abrirá para quienes quieran ver a Marie-Claude por última
vez. Mañana es el funeral. Entonces, el dibujo, enrollado y atado con una
cinta, irá, junto con las flores de verdad, sobre su ataúd, y será sepultado
con ella.
Quienes dibujamos no sólo dibujamos a fin de hacer algo visible
para los demás, sino también para acompañar a algo invisible hacia su destino
insondable."
John Berger, Cuaderno de Bento, pp.15-17.
Hasta pronto John, allá donde hayas ido... nos traes una especie
de paz.
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